Resumen del informe de país de Rumanía 2023

Resumen

El Informe de País 2023 de la Comisión Europea sobre Rumania ofrece un análisis exhaustivo de la evolución económica, fiscal y social del país, destacando tanto los avances como los desafíos estructurales persistentes. En 2022, la economía de Rumania demostró resiliencia, registrando una tasa de crecimiento del PIB real del 4,7%. Esta expansión fue impulsada en gran medida por un fuerte consumo y una fuerte inversión privada, a pesar de un contexto internacional adverso caracterizado por el aumento de la inflación, la incertidumbre global y las consecuencias económicas de la invasión rusa de Ucrania. Sin embargo, de cara a 2023 y 2024, se espera que el crecimiento económico se modere a alrededor del 3-3,5%, debido al endurecimiento de las condiciones financieras, el debilitamiento de la demanda externa y el impacto continuo de la elevada inflación. Sin embargo, se prevé que la inversión pública y privada, especialmente a través de programas financiados por la UE, como el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia (MRR), desempeñe un papel decisivo en el sostenimiento de la actividad económica.

La posición externa de Rumania sigue siendo vulnerable, con un déficit de cuenta corriente significativo del 9,3% del PIB en 2022, impulsado por una brecha comercial cada vez mayor donde las importaciones superan a las exportaciones. En el frente fiscal, el déficit se redujo levemente al 6,2% del PIB, beneficiándose del aumento de los ingresos en medio de una alta inflación y una fuerte actividad económica. Sin embargo, serán necesarios más esfuerzos de consolidación para reducir el déficit por debajo del umbral del 3% exigido por las normas fiscales de la UE. Sin medidas correctivas adicionales, Rumania corre el riesgo de no cumplir los objetivos establecidos en el actual procedimiento de déficit excesivo. Los costos de endeudamiento relativamente altos del país, reflejados en el segundo mayor diferencial de rendimiento de bonos de la UE, subrayan las preocupaciones de los inversores a pesar de su actual calificación de grado de inversión.

La inflación alcanzó un promedio anual del 12% en 2022, con presiones de precios particularmente fuertes en la energía y los alimentos. Aunque se espera que la inflación general disminuya a alrededor del 9,7% en 2023, la inflación subyacente sigue siendo elevada y el crecimiento de los precios se ha integrado de manera más amplia en toda la economía. Medidas como la extensión de los topes a los precios de la energía hasta 2025 han ofrecido un alivio temporal a los hogares, pero también plantean preguntas sobre la sostenibilidad fiscal a largo plazo y las distorsiones del mercado.

Las disparidades estructurales siguen siendo un desafío central para Rumania, en particular las amplias diferencias regionales en productividad e ingresos. Por ejemplo, mientras que Bucarest-Ilfov registró niveles de productividad del 162% del promedio de la UE, la región Nordeste se quedó atrás con sólo el 51%. Estas desigualdades están estrechamente vinculadas al desarrollo desigual de la infraestructura, la escasez de mano de obra calificada y el persistente declive demográfico en las regiones rurales y menos desarrolladas. Aunque la tasa nacional de empleo aumentó modestamente del 67,1% al 68,5% en 2022, y el desempleo cayó al 5,6%, estas cifras agregadas ocultan profundas disparidades por región, nivel educativo y grupo de edad.

La dinámica salarial también refleja el impacto de las presiones inflacionarias. En 2022, los salarios nominales aumentaron un 13,4%, pero los salarios reales disminuyeron levemente debido a la erosión del poder adquisitivo. El gobierno respondió aumentando el salario mínimo bruto a principios de 2023 a 3.000 RON (aproximadamente 610 EUR) y a 4.000 RON (813 EUR) en el sector de la construcción. A pesar de estos aumentos, Rumania sigue enfrentándose a altas tasas de pobreza laboral, que se situaron en el 15,2% en 2021, la más alta de la Unión Europea. Esto se ve agravado por una estructura fiscal que impone una pesada carga sobre las personas con bajos ingresos.

La inclusión social y el acceso a una educación y formación de calidad siguen siendo problemas persistentes. La tasa de jóvenes de Rumania que ni estudian, ni trabajan, ni reciben formación (NEET) es una de las más altas de la UE, con un 19,8%, con disparidades especialmente marcadas que afectan a la comunidad romaní y a las mujeres. El sistema educativo lucha por alinear las habilidades de los graduados con las necesidades del mercado laboral. Por ejemplo, sólo el 8,4% de los graduados de educación y formación profesional se benefician de oportunidades de aprendizaje en el trabajo, y existe un notable desajuste de habilidades tanto en los mercados laborales urbanos como rurales.

La política energética de Rumania ha adquirido una importancia creciente en medio de las preocupaciones más amplias de Europa en materia de seguridad energética. El gobierno ha introducido amplios topes a los precios de la energía y nuevas medidas tributarias, incluidos impuestos sobre las ganancias extraordinarias y una contribución solidaria del sector energético. Si bien la dependencia de Rumania del gas ruso es relativamente limitada gracias a su producción nacional y a su variada combinación energética, el país sigue enfrentando desafíos estructurales para garantizar una transición energética justa y sostenible.

En conclusión, si bien Rumania ha logrado avances notables en el sostenimiento del crecimiento y la gestión de los shocks inflacionarios, el país enfrenta desafíos persistentes en materia de disciplina fiscal, inclusión social, cohesión regional y modernización de sus sistemas educativo y laboral. Abordar estas cuestiones será crucial para garantizar una senda de desarrollo equilibrada y resiliente, especialmente ahora que Rumania sigue beneficiándose de niveles de apoyo financiero de la UE sin precedentes.

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